Con las manos unidas, construimos puentes y derribamos muros

Durante todo el año, pero especialmente estos días de febrero, los responsables y voluntarios de Manos Unidas y de la Pastoral de la Salud nos hacen ver el efecto de ser humanos y la necesidad de estar atentos a los clamores del mundo global y de la sociedad más cercana. Pero es desde el Evangelio que este clamor nos compromete todavía más. Leyéndolo vemos que alguien ruega desde la marginación más repulsiva. Es un enfermo, un leproso que sale al encuentro de Jesús, se arrodilla, suplicándole: «Si quieres, puedes limpiarme». Es una plegaria pronunciada desde la marginación física y moral más repelente: enfermedad contagiosa, castigada con el rechazo social, condenados a vivir físicamente fuera del pueblo. Jesús se acerca y cura, quiere salvar a la persona para que dé gloria a Dios y le dice: «Quiero: queda limpio».

La salud de las personas y su integración social constituyen uno de los objetivos de la actuación de Jesús y pone en evidencia de quién está Dios a favor. Para Jesús no basta acercarse a la gente, más bien quiere que lleguen a descubrir que Dios es Amor, buena noticia del Reino que ha venido a inaugurar con sus signos, entre ellos la curación de los enfermos y estar al lado de los pobres. Por eso, dice con toda la convicción: «El Reino de Dios está entre vosotros» (Lc 17,21). He aquí la novedad que los cristianos humildemente debemos aportar con todo gesto humano de atención caritativa y solidaria hacia los más necesitados.

En este sentido y como respuesta al clamor de los más pobres, Manos Unidas mantiene dos líneas de trabajo: 1) dar a conocer y denunciar la existencia del hambre y de la pobreza, sus causas y las posibles soluciones, y 2) reunir medios económicos para financiar los programas, planes y proyectos de desarrollo integral encaminados a atender estas necesidades. Se refieren a unas palabras del científico Albert Einstein: «El mundo no será destruido por los que obran el mal, sino por los que miran sin hacer nada», o las del secretario general de la ONU, António Guterres: «Si no cambiamos urgentemente nuestra forma de vida, ponemos en peligro la vida misma». Añadámosle la llamada que realiza el papa Francisco: «Hemos de decidir transformar nuestros corazones, nuestros estilos de vida y las políticas públicas que gobiernan nuestra sociedad. Unamos nuestras manos y demos pasos valientes para que la justicia y la paz fluyan en toda la tierra».

Desde la Pastoral de la Salud, contemplamos cómo el enfermo del Evangelio experimenta que Alguien le ha extendido la mano y le ha cambiado la vida. Este es el primer gesto del evangelizador que la gente entiende, ya que ha tenido la iniciativa de dar el primer paso y acercarse. La oración del leproso -como la de todo enfermo- se pronuncia en el corazón de la vida. Por ello, hay que derribar los muros que separan y tender los puentes de la acogida, de la compasión, de la rehabilitación e integración social, superar prejuicios y comprometerse a abrir las puertas de una familia que se quiere, de una comunidad que comparte y promueve valores evangélicos, de unas instituciones sociales que priorizan su trabajo en favor de los más necesitados de toda clase, de una clase política y unos agentes económicos que se deciden por fin a trabajar en favor del bien común. Enfermedad física, representada por el mundo del dolor. Enfermedad moral, ocasionada por la supresión intencionada de los valores humanos. Enfermedad espiritual, padecida por la ausencia de visión trascendente de la vida, vacía de toda relación con Dios. En su fiesta, invocamos la intercesión de la Virgen de Lourdes, salud de los enfermos. Amén.

Sants del dia

05/05/2024Sant Jovinià, sant Eutimi, sant àngel màrtir.

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