Defendemos la DIGNIDAD HUMANA en todas sus dimensiones

Se ha publicado un extenso documento aprobado por el papa Francisco sobre la Dignidad Humana titulado Dignidad infinita y que contempla la dignidad de la persona humana en todas sus dimensiones. Se trata de una Declaración que parte del principio de que «todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país. Lo tiene aunque sea poco eficiente, aunque haya nacido o crecido con limitaciones. Porque eso no menoscaba su inmensa dignidad como persona humana, que no se fundamenta en las circunstancias sino en el valor de su ser» (FT 107). Para mejorar nuestra sociedad y por fidelidad al Evangelio, los cristianos estamos implicados en llevar a cabo estos principios que se nos proponen.

El hilo conductor de este documento pontificio es que el hombre posee una dignidad infinita que va más allá de todas las apariencias externas o características de la vida concreta de las personas, una dignidad personal e infinita que tiene su fundamento en su propio ser y no en las circunstancias que lo rodean e, incluso, lo condicionan. Quiere terminar con la dicotomía entre los que consideran que la dignidad conlleva solo la defensa del no nacido o del enfermo terminal, olvidándose de todas las vulneraciones con un acento comunitario. Un documento ciertamente innovador, no solo por lo que aporta sobre el valor de la dignidad humana, sino porque se atreve a ir contracorriente, ya que, hoy, tanto el concepto de la dignidad humana como tantas cuestiones morales dependen de criterios totalmente arbitrarios.

Una vez más la Iglesia, gracias a su misión profética y cargada de esperanza, fruto de la resurrección del Señor, pone de relieve los grandes retos de la humanidad para el siglo actual analizados desde la centralidad de la dignidad humana: el drama de la pobreza y de la guerra, la acogida y el trabajo de los migrantes, la trata de personas, los abusos sexuales, las violencias contra las mujeres, el aborto, la eutanasia y el suicidio asistido, el descarte de personas con discapacidad, la teoría de género, el cambio de sexo y la violencia digital. Aceptemos la fuerza que nos da la Palabra de Dios que encontramos a lo largo de toda la Biblia cuando -como comenta el documento- «ser creados a imagen de Dios significa, por tanto, que poseemos un valor sagrado en nuestro interior que trasciende toda distinción sexual, social, política, cultural y religiosa». Es desde esta «sacralidad» que todo ser humano es considerado «inviolable» en su dignidad, tal como lo hace y lo enseña Jesús con toda persona vulnerable y que trata de «rescatar», liberándola de su marginación.

Para nuestra formación, va bien que nos fijemos en el hecho de las barreras culturales y de culto que Jesús deshace cuando retorna la dignidad a los descartados o a los considerados al margen de la sociedad, como son los recaudadores de impuestos (Mt 9,10-11), las mujeres (cf. Jn 4,1-42), los niños (cf. Mc 1,29-34), los leprosos (cf. Mt 8, 2-3), los enfermos (cf. Mc 1,29-34), los extranjeros (cf. Mt 25,35), las viudas (cf. Lc 7,11-15). Más aún, debemos tener claro que seremos juzgados en función del amor al prójimo, que consiste en haber asistido al que tiene hambre, al que tiene sed, al forastero, al desnudo, al que está enfermo o en la cárcel, con los que Jesús mismo se identifica. San Pablo llegará a decir que todo cristiano ha de comportarse según las exigencias de la dignidad y del respeto de los derechos de todos los seres humanos (cf. Rm 13,8-10) y según el mandamiento nuevo del amor, la caridad (cf. 1Co 13,1-13).

Sants del dia

19/05/2024Sant Pere Celestí, sant Urbà I papa, sant Iu de Bretanya.

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