6º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)
Había tocado fondo gracias al profundo hoyo de su soledad. Como rebotado hacia arriba desde el abismo de su marginación, este leproso sacó fuerza para arrodillarse ante Jesús y decirle con humilde exigencia: “Si quieres, puedes curarme”. Es una manera de culpar a Jesús si su situación no cambia; en el fondo es un intenso acto de fe en él.
¿Qué culpa tiene él de su lepra? No puede aceptarla; no puede aceptar que sea una maldición de Dios. Sabe que Jesús habla del amor de Dios Padre.
Descontento, cansancio, dolor y rechazo social le mataban lentamente, hasta que la cercanía de Jesús le despierta la esperanza y se atreve a dar el paso. El dialogo es valiente y sincero. Ambos, Jesús y el leproso rompen barreras en aras del amor que todo lo puede: “Quiero, queda limpio”.
Jesús libera a un esclavo de su enfermedad, inocente, rechazado por su familia y la sociedad en nombre de un dios falso. En nombre del amor de Dios Padre a los excluidos, Jesús cambia la maldición en bendición eficaz. Curando al leproso por el contacto de su mano, se muestra como principio de salvación; anticipa la glorificación de su humanidad y revela el verdadero rostro del Padre.
“Extendió la mano y lo tocó”.
La cumbre del alma, nuestro punto más espiritual, recibe el “toque” de Dios y quedamos radiantes y poseídos por el Espíritu santo. La punta del dedo tocó la orla del manto de Jesús y otra enferma quedó curada. ¿Qué tiene Jesús, quién es él, para contagiar tan fácil y abundantemente salud y vida nueva?
Al verse curado el leproso gritó de alegría la gran noticia: ¡Jesús me ha curado! ¡Estoy sano! Las curaciones de Jesús cada vez eran más comentadas en toda Galilea; los afortunados estrenaban una vida nueva y se reunían para comentarlo y celebrarlo. Quedaban unidos en amistosa gratitud hacia el Maestro formando comunidad de salvados. El proceso se repite hoy entre los que le seguimos buscando y dejándonos curar de nuestras dolencias.
Cada vez que nos llega “el toque de Dios” que nos salva, nuestra alianza con él se renueva con más firmeza; experimentamos seguridad y confianza, limpieza y alegría auténtica.
Llorenç Tous