25º DOMINGO ORDINARIO (B)
Jesús dedica la máxima atención a esta enseñanza sobre su final, “en manos de los hombres y lo mataran… y a los tres días resucitará”; es tan importante la lección que no quiere que nadie les distraiga con otras atenciones. “No quería que nadie se enterase (de su paso) porque iba instruyendo a sus discípulos”.
Este pronóstico que Jesús tiene asumido sin duda ni vacilación alguna, tuvo que impresionar a sus discípulos como si fuese una bomba. En cambio parece que no entendieron nada o no quisieron entender, porque “por el camino habían discutido quién era el más importante”.
Desde aquellos tiempos hasta hoy se da el contraste entre los que entienden y siguen a Jesús y los “trepas”; éstos buscan no el servicio sino su ascenso hacia el poder. La fe debe llevarnos al servicio de los demás, pero hay quien se llama creyente y no obstante se sirve de ella para su orgullo, su poder o su comodidad.
Jesús pone un niño por delante como criterio de discernimiento entre los dos campos. En nuestros días el éxodo de tantos refugiados nos pone a prueba para seguir al pie de la letra las palabras de Jesús: “El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí”. Lo pequeño y humilde nos vacuna contra el orgullo que busca medrar y subir al poder. Cada sistema tiene su proyecto, origen del escalafón; pero en boca de Jesús la meta es: “quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.
Este mensaje da risa al espíritu mundano que también puede colarse entre el alzacuello clerical. ¿Por qué nos cuesta tanto convencernos de que para resucitar antes hay que morir, en una cruz más o menos alta?
El camino que conduce a aquella paz que Fray Luís de León define como “una orden sosegada”, avanza por etapas de crisis; tampoco se consigue la sabiduría del corazón sin haberlo liberado antes de ídolos e idolatrías, sólo después queda espacio para la paz. Esta convicción y meta no suele alcanzarse en la primera juventud, se alcanza con los sudores de la madurez. Es trabajo nuestro y don del Espíritu. “Pero no entendían aquello y les daba miedo preguntarle”.
Llorenç Tous