26º DOMINGO ORDINARIO (B)
“Se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros”
“El que no está contra nosotros, está a favor nuestro”
Los discípulos de Jesús, querían trazar las fronteras de sus dominios para gobernarlos. Jesús no rechaza a nadie, acoge sin límites. El Reino de Dios es para todos, como los horizontes ilimitados de la verdad, así es la oferta del Reino Dios que Jesús proclama.
Los humanos tendemos a construir nuestra propiedad particular en la que nos organizamos según nos conviene. Dios, en cambio, se da para todos sus hijos, sin freno ni distinción; Jesús es el testigo de este infinito amor.
El tiempo nos convence de nuestras inútiles y perversas fronteras; las guerras asesinas y a veces algunas leyes, al servicio de intereses de poder no de servicio de las gentes, son el resultado de ciertas fronteras. El Reino de Dios se construye sobre el fundamento del amor, el servicio y la humildad.
La fe que envuelve todos los espacios del Reino de Dios se une con el amor, entre ambos se consigen la luz y los criterios de Dios que Jesús practicó y enseñó. También hoy encontramos personas liberadas por el amor, que acogen sin límites, que son meta y estímulo; inspiran confianza y dan esperanza.
“Más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar… si tu ojo te hace caer, sácatelo” ¿Son palabras del mismo Jesús? Sin duda y también éstas: “Apartaos de mi, malditos… porque tuve hambre y no me dísteis de comer…”. Mateo 25, 41-42. Es el mismo amor el que acoge y ante el escándalo de los pequeños o la insolidaridad, condena y excluye duramente del Reino de Dios. Como todos los padres. Dios rechaza el mal precisamente porque es bueno. Porque es bueno y misericordioso, espera y da medios al que quiera salvarse del mal.
Llorenç Tous