11 TEMPS ORDINARI (B)
Comentario al evangelio: Marcos 4, 26-24
* Un hombre que echa semiente en la tierra. Él duerme de noche, y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo sin que él sepa cómo. Mc 4, 26-24
Son dos ritmos de vida, paralelos y relacionados, pero completamente distintos; el hombre aporta su trabajo, Dios realiza maravillas sincronizadas, pero misteriosamente superiores.
¡Cuántas semillas sembradas, olvidadas, aparentemente sin importancia, han dado admirables frutos! Difícilmente puede uno gloriarse si no es en el Señor, como san Pablo. ”Yo planté, Apolo regó, pero era Dios quien hacía crecer”. I Corintios 3, 6.
El evangelio de hoy es un grito de ánimo a los cansados y decepcionados que tanto abundan en nuestra Iglesia. Al mismo tiempo estimula la gratitud de los cristianos maduros, admirados por los frutos de sus batallas por el Reinado de Dios.
La experiencia en los trabajos por el Evangelio nos provoca Adm.ración ante la obra de Dios. Su admirable providencia hace un trabajo de filigrana que podemos admirar sobre todo cuando tenemos distancia de los hechos para verlos desde la fe en su conjunto.
. “Un grano de mostaza… es la semilla más pequeña”
La creación, obra de Dios, no es menos bella y admirable en una hormiga que en las galaxias. Para que pudiéramos admirar su grandeza, el Creador ha derrochado sabiduría y belleza hasta en sus criaturas más diminutas.
En la naturaleza contrasta la pequeñez de la semilla con la multitud y el sabor de sus frutos. No es menos admirable el proceso del proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros.
Para acercarse más a nosotros, sin deslumbrarnos con su grandeza, se hizo a nuestra medida en Jesús de Nazaret, siendo al mismo tiempo Dios con nosotros. Jesús bajó al abismo y nos ha subido hasta el Padre.
● En nuestros tiempos de increencia, inapetencia y egoísmo materialista, nos ronda a veces la tentación de callar y retirarnos a los talleres de invierno. Es una tentación que hemos de superar, pues precisamente por eso mismo, sembrar es más necesario que nunca.
● Bajo esta tierra “reseca, agostada, sin agua” (Salmo 62,2) se esconde una sed de Dios, que si no le ofrecemos el “agua viva que da Jesús, la que sacia plenamente todas las ansias”, “se cavaran aljibes, aljibes agrietados que no retienen el agua”. Jeremías 2, 13. Ya son muchos los que buscan sucedáneos en pozos extraños de aguas engañosas.
Llorenç Tous