Las últimas palabras de Cristo en la Cruz, ¡el diálogo que salva!

1ª Palabra: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Todos repetían: es Reo de muerte; fuera, fuera, crucifícalo. Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos. Crucificaron a Jesús y dos delincuentes; uno a su derecha y otro a su izquierda.

El ideal evangélico del amor hecho perdón, incluso al enemigo, pronunciado con tanta fuerza durante su vida, ahora llega a la máxima coherencia. ¿Sabemos perdonar así?

2ª Palabra: «En verdad, en verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso (Lc 23,43). Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.

La apertura a los no creyentes, incluso a aquellos a los que se les ha impedido creer, puede convertirse en cualquier día y situación en el hoy luminoso del encuentro con Cristo.

3ª Palabra: «¡Mujer, he ahí a tu hijo!» (Jn 17, 27). De pie la Madre dolorosa junto a la Cruz, llorosa, mientras pendía el Hijo. […]. ¿Qué hombre no lloraría si a la Madre de Cristo viera en tanto suplicio?

Jesús, en la cruz, nos hace el don de su madre, cuando antes para ella ya nos ha convertido en su don. A Jesús, lo conforta ver que a nuestro lado ella no se encuentra sola.

4ª Palabra: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mc 15,34). Todos mis amigos me han abandonado; han vencido los que luchaban contra mí; me ha traicionado el que yo quería. ¿Cómo te has vuelto tan amarga que incluso me has crucificado?

Este grito de Jesús en la cruz es la plegaria del Hijo que ofrece su vida al Padre en el amor para la salvación de todos. Así se identifica con todo el sufrimiento de la humanidad.

5ª Palabra: «¡Tengo sed!» (Jn 19, 28). Los judíos blasfemaban contra él, burlándose y decían: ¡Tú que destruías el templo de Dios, si eres el Cristo Hijo de Dios, baja ahora de la cruz para que lo veamos y creamos en ti! ¡Si tú eres el rey de los Judíos, sálvate a ti mismo!

Es muy legítimo en medio del dolor buscar momentos de alivio: cuando se padece la sed física, la sed espiritual, la sed de justicia, de compañía, de amor. ¿Quién ayuda a saciarla?

6ª Palabra: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23, 46). Padre mío, eres tú, Dios mío, mi Salvador. A tus manos encomiendo mi espíritu.

En este momento, empieza la comunicación de la vida a una humanidad que se ahoga y necesita respirar de nuevo, ahora al ritmo del Espíritu que comunica la fuerza de amar.

7ª Palabra: Y Jesús gritando con fuerte voz exclamó: «¡Todo está cumplido!» (Jn 19, 30). E inclinando la cabeza, expiró. Era hacia la hora sexta; el sol se eclipsó y una gran tiniebla se extendió sobre toda la tierra; el velo del templo se rasgó por medio, toda la tierra tembló, y los sepulcros se abrieron.

La semilla ha sido enterrada en el corazón de la tierra haciéndola el hábitat más digno del hombre, y ha acogido el cuerpo de Jesús en su interior para que nazca la Vida para siempre.

 

Sants del dia

06/05/2024Sant Pere Nolasc, sant Lluci Cirineu, sant Marià.

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