¿Por qué hay tanta violencia y crispación?

Estos días he oído a un periodista que decía «cada día desayunamos con la noticia de un crimen». Es cierto y tiene que dolernos mucho que sea así. ¿Qué le pasa a nuestra sociedad que se ha convertido en un escenario donde la violencia está presente ya de una manera habitual y provoca tanta angustia e impotencia? En lo que llevamos de año no tiene parangón que hayan sucedido numerosas muertes por violencia de género. ¿Qué está pasando en las familias cuando el amor se transforma en odio? Nuestra denuncia tiene que ser radical, pero también debemos hacer lo posible para que la violencia deje de ser noticia y se recupere para todo el mundo el clima de comprensión, arrepentimiento y perdón.

Nuestra sociedad, en general, ha perdido valores fundamentales, aquellos valores humanos y espirituales que aseguran la convivencia en armonía y evitan el deterioro humano, familiar y social. También entre nosotros aquí, cuando la violencia no solo física, sino también verbal y escrita, está presente. En nombre de un mal uso de la libertad de expresión se vulneran derechos humanos fundamentales, como son los derechos a la vida, a la integridad, a la buena fama, a la intimidad, a la presunción de inocencia y otros. El orgullo y la soberbia fomentan la crispación y son la causa de innumerables conflictos que nunca encuentran un camino de salida y condicionan cualquier avance en el camino de la reconciliación y la paz. El papa Francisco ha dicho no hace mucho que ya está en curso la tercera guerra mundial de un mundo globalizado donde los conflictos afectan directamente a todos e implican a toda la humanidad. ¿Qué hacemos para pararlo?

Por otra parte, la paz exige que se reconozca universalmente la libertad religiosa como derecho humano y condición necesaria para una sana convivencia. Es preocupante que haya personas perseguidas porque profesan públicamente su fe. Aproximadamente un tercio de la población mundial vive amenazada, hasta uno de cada siete cristianos es actualmente perseguido, cuando, de hecho, la religión debería ser el máximo exponente de buena comprensión. No hay duda de que la raíz de todo conflicto es el desequilibrio del corazón humano. Por ello, la violencia verbal o escrita, la que corre por las redes sociales, cargada de mala intención, de prejuicios, de calumnias, de celos e incluso de mentiras y odio, es más sutil y una amenaza a todos. Este tipo de violencia también mata y no perdona jamás.

Como nos pide el papa Francisco, es necesario retornar al diálogo, a la escucha mutua y a la negociación, favoreciendo las responsabilidades compartidas y la cooperación en la búsqueda del bien común, bajo el signo de esta solidaridad que surge de sentirnos responsables de la fragilidad de los demás buscando un destino común. Ello es posible si en cada comunidad no prevalece la cultura del abuso y la agresión, que conduce a mirar al prójimo más como un enemigo a combatir que como un hermano al que acoger y abrazar.

Sants del dia

26/04/2024Sant Isidor de Sevilla, sant Clet papa, sant Pascasi Radbert.

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