Unidos para que el mundo crea

La unidad en la Iglesia está asegurada por la presencia del Espíritu, que es su fuente inagotable, pero no siempre es visible debido a las divisiones que hay entre nosotros, los cristianos. La fragilidad humana se convierte en obstáculo cuando se deja envenenar por el egoísmo y por el repliegue en personas y grupos cerrados que ponen el corazón en no colaborar nunca en hacer de la comunidad cristiana una casa abierta para todos, y lo hacen creando celos, favoreciendo protagonismos, dificultando el diálogo, menospreciando actuaciones de los que no piensan como ellos, obstaculizando esfuerzos de cooperación e impidiendo la comunión entre unos y otros. Todo eso necesita un cambio de rumbo en la manera de pensar y de obrar, y dar el paso valiente y humilde de una conversión sincera.

 

Esta llamada a la conversión y a la unidad para ayudar a que el mundo crea es constante en la Palabra de Dios y pasa hoy por un elemento fundamental de nuestra aportación personal a la vida de la Iglesia: el trabajo esforzado y constante por la unidad desde el más pequeño detalle. Por ello, también con humildad, acogemos la petición de Pablo a la comunidad de Corinto: «Hermanos: os ruego en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir» (1Co 1,10).

 

El anuncio del Evangelio a nuestra sociedad multicultural y plurirreligiosa –nuestra Galilea– tiene necesidad de este signo de la unidad hoy más que nunca. Tenemos que revisarnos. El seguimiento de Jesús por nuestra parte solo es creíble desde el testimonio de unidad. La oración sacerdotal de Jesús lo expresa así: «Padre, que todos sean uno; así el mundo creerá que tú me has enviado» (cf. Jn 17,21). Este domingo, a las 17 h, nos reunimos en la Catedral para orar por la unidad, y lo hacemos con las demás confesiones cristianas de nuestra isla, como signo de fraternidad y cooperación para el bien de todos. Estáis invitados.

 

Hacer visible la proximidad de Dios desde la unidad y el amor: este ha de ser nuestro objetivo por cumplir, no precisamente con la sabiduría de las palabras, sino con el testimonio de una vida entregada a la causa del Reino, como Jesús. Si hemos aceptado sentarnos juntos con Él en la mesa de la Eucaristía para recibir y compartir su propio Cuerpo y su Sangre, el anuncio del Evangelio proclamado en el corazón de nuestra sociedad recibirá la fuerza que proviene de Él y será luz que podrá guiarnos en todas nuestras acciones y acontecimientos.

 

Sants del dia

25/04/2024Sant Marc evangelista, sant Anià d'Alexandria, sant Pere de Betancur.

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