El pastor que es acogido y mantiene a la gente expectante es creíble porque ama y convive con el rebaño

Cuenta el Evangelio que, con mucha gente a su alrededor y entre empujones, Jesús hace una pregunta que sorprende: «¿Quién me ha tocado el manto?» La respuesta espontánea de los discípulos no se hace esperar: «La gente te empuja de todos lados, y preguntas quién te ha tocado». ¡Tocar a Jesús! Es tan fuerte la presión social que impide la naturalidad y la sinceridad con que alguien hace todo lo posible para pedir ayuda. Para Jesús, la fe es más fuerte que la ley cuando se trata de salvar a una persona. La mujer que toca el manto de Jesús forma parte de la gente que lo ha acogido, «ya que -dice el Evangelio- todos lo esperaban» (Lc 8,40).

Esperar y acercarse a Jesús, como lo hace esta mujer enferma: dos actitudes para apropiarnos con detalle porque son las condiciones necesarias para dar el paso decisivo de llegar a Jesús y creer en Él. Es el entorno de la religiosidad auténtica mediante la que Jesús -Buen Pastor- se ha ganado a la gente en su fatigoso periplo misionero de ir de pueblo en pueblo. Su llegada siempre crea expectación y novedad, todo un modelo para nuestro encuentro con la gente, un modelo alentador de caminar por delante, en medio y detrás del pueblo, enseñando y aprendiendo, compartiendo sus alegrías y esperanzas, sus tristezas y angustias. Por eso es bien acogido y todos quieren estar cerca de Él.

El pastor que es acogido y que mantiene la gente expectante ha sabido ganarse la credibilidad del que ama y está dispuesto incluso a dar la vida. Es acogido porque siempre tiene en los labios una palabra de ánimo y de consuelo, porque transmite una nueva y buena noticia, porque se presenta con un gesto desacostumbrado que muestra su vocación de ternura, porque propone y no impone, porque su ejercicio de la autoridad es ahora un testimonio de servicio humilde, porque tiene un trato exquisito que sabe llegar al corazón, allí donde la persona es invitada a abrirse y a responder con generosidad. Es humilde y buen comunicador. Por ello, el milagro de una Iglesia cercana, de un ministerio sacerdotal y diaconal asequible, de un laicado corresponsable y presente en unas comunidades acogedoras y atentas, solo es posible cuando existe una voluntad decidida de acercarse humildemente a Jesús, como lo hace la mujer enferma del Evangelio. El nuevo Plan pastoral deberá ayudarnos a hacerlo, caminando juntos.

Jesús tiene que ser el referente, es detallista y muestra una gran perspicacia. Le interesan el nombre y los apellidos, la persona en su individualidad, no la masa indefinida y anónima con la que se hace difícil entrar en relación «humana». El Evangelio, leído, escuchado y meditado con la pureza de corazón, predispone a descubrir personas que buscan a Jesús y quieren tocarle. Impresiona, nada más leerlo: ¡todos buscan a Jesús! Qué bien si sabemos descubrir entre nosotros hombres y mujeres, muchos de ellos jóvenes, que lo buscan. Conviene optar por una acogida más humana, ya que nuestro tiempo es para los demás.

La propuesta es que debemos proclamar de manera gozosa, arriesgada, exigente y libre a un Jesús que vence la enfermedad y el mal, que rompe barreras sociales, que trata con todo el mundo, que siempre da una nueva oportunidad, que abre el corazón a la confianza, que llama a la conversión, que rehabilita a los excluidos, que trata con los más obstinados, que se deja enternecer por la hermosura de la naturaleza y por la sencillez de los niños, que es capaz de llorar cuando ve que se pierden oportunidades preciosas, que ama y se deja amar, que triunfa sobre la muerte, el mal y el pecado, y aparece vivo, haciéndonos participar de su propia vida.

Sants del dia

24/01/2025Sant Francesc de Sales, sant Felicià, sant Bàbiles.

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