Antes o junto con el anuncio, el encuentro personal

Hace tiempo que se habla de la necesidad de «proponer la fe» y tenemos claro que la fe no se impone, sino que se propone. Lo he escuchado mucho en las reuniones en ocasión de la Visita pastoral, cuando se ha puesto de manifiesto la preocupación de cómo llegar a las personas y especialmente a los jóvenes y hacer el anuncio del Evangelio. ¿Qué podemos hacer si no vienen? ¿Cómo hacernos presentes entre ellos? ¿Qué quiere decir proponer hoy la fe y anunciar el Evangelio? Para llegar al anuncio explícito de Jesucristo y proponer la fe por la aceptación del misterio más importante que es su Muerte y Resurrección, es necesario un acercamiento real a las personas, un trato lleno de humanidad, quizá una acogida desacostumbrada en muchos medios sociales.

 

¿Quién está a la puerta y llama a gritos o en silencio? ¿Quién de nosotros está atento e intuye estas nuevas voces que se escuchan y estas presencias que se acercan, y nos brindan la posibilidad de la aproximación? Se da una aproximación obligada a los de siempre. Con estos, resulta fácil de entender que esta es nuestra situación permanente, pero puede pasar que, a veces, nos cueste aceptar que «la parroquia es la iglesia entre las casas», una Iglesia que adquiere tonos y cara de vecindad. La casa tiene una enorme importancia para que la acogida sea un hecho de normalidad, algo cotidiano. Hoy, al acoger la Palabra de Dios, vemos que Abraham, Marta y María acogen en su casa.

 

La acogida es una forma gratuita de amar porque supone dar el primer paso sin esperar que el otro lo dé. Con todo, el hecho de que alguien se acerque quiere decir que ya ha dado este paso, y necesita ser correspondido. Con estas personas nos corresponde hacerlo. La acogida es también un acto de confianza que puede generar credibilidad en aquellos que son recibidos con amabilidad. ¿Qué mejoras institucionales son necesarias para que la Iglesia entera se ponga con mayor determinación en estado de acoger y de dar a conocer el don de Dios en Jesucristo?

 

La Palabra de Dios nos presenta el valor de la acogida. Es la acogida que sobresale por su calidad y exquisitez, llena de detalles humanos y de profundidad religiosa. Siempre hay una actitud de reconocimiento del otro, de proximidad, de atención, de amistad y de ayuda, valores humanos y, no obstante, aparecen como el medio a través del cual podemos reconocer la presencia del Señor. La comunidad cristiana es toda ella acogedora cuando crece en actitudes evangélicas. Concretémoslo: una primera dimensión nos acerca a los que tenemos cerca y necesitan de una acogida preferente. Pensemos en los jóvenes: nos dan muchas oportunidades de abrirnos a realidades nuevas a partir de las que será más fácil el diálogo intergeneracional, será más madura la comprensión mutua y con más posibilidad de asumir compromisos hacia los demás. Y pensemos también en los enfermos: porque son la parte más necesitada de compañía, de afecto, de empatía, de solidaridad; y constituyen el referente que nos hace salir de nosotros mismos para acoger una de las preferencias más notables de Jesús.

Sants del dia

07/05/2024Santa Domitil·la, sant Flavi, sant Agustí Roscelli.

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