Hagamos del tráfico un espacio de buena convivencia

Ante la Jornada de responsabilidad en el tráfico y siguiendo el lema propuesto para este año de «Encomienda tu camino al Señor y él actuará» (salmo 37,5), debemos decir que es un bien transitar con responsabilidad, sin prisas, pensando en los demás, con respeto y haciendo del tráfico un espacio de buena convivencia. Conviene que seamos buenos samaritanos, artesanos del bien y que encomendemos el viaje con una plegaria sincera para que el Señor nos acompañe durante el trayecto. Pidamos su bendición y caminemos confiados.  

Hemos de tener presente que conducir y conducir bien es una forma educada de ejercer la caridad, que es la fuente de una buena relación humana, un acto moral que nos predispone a hacer a los demás lo que querríamos que nos hiciesen a nosotros. Sin embargo, cuando cogemos el coche u otro vehículo de transporte, no siempre somos del todo conscientes de que se trata de la utilización de un medio para respetarnos. Es peligroso pensar que poner la mano en el volante nos otorga una especie de poder que nos hace creer que somos los únicos en la carretera o en la calle y que podemos hacer lo que queremos. Desgraciadamente hay quien piensa que siempre son los demás los que lo hacen mal. Como en el campo de fútbol o de otro deporte, personas habitualmente serias, educadas y correctas en el hablar, vemos que se muestran como si perdiesen el norte y quedasen de repente transformadas, profiriendo insultos y creando un clima de crispación. ¿Qué hay detrás de esta espontánea transformación? 

Lo que pasa es que a menudo nos volvemos intolerantes y, en la mayoría de los casos y con infracciones incluidas, pretendemos aún tener razón. Probablemente alguna vez nos habrá pasado que el otro nos agrede desde la infracción y tenemos que escuchar palabras injuriosas y ver signos que denotan la poca conciencia de lo que se ha hecho. Tener que asumir la responsabilidad de la infracción cuesta, por ello nos desahogamos con gestos que provocan una reacción airada en cadena. Hemos de volver a decir que el tráfico por las calles, carreteras, autovías y caminos vecinales, nos da la posibilidad de conducir correctamente, mostrar respeto al otro, pararse cuando corresponde, ceder el paso cuando se nos indica, evitar la agresividad verbal y gestos insolentes, dar prioridad cuando el otro la tiene, respetar las señalizaciones sin rebajas, contribuir a un diálogo constructivo sobre las calles y el asfalto, evitando sustancias nocivas que nos hacen perder el control. Todo eso, además, vale tanto para los peatones como para los conductores de vehículos. Hagamos del tráfico un buen espacio de convivencia. 

No somos dueños de la carretera ni de las calles, somos usuarios que en cualquier caso asumimos con responsabilidad una forma de ser y de actuar como personas de buen trato. Pensemos que las máquinas pueden tener fallos y jamás sustituirán la destreza humana. Es por ello que -como ya se ha dicho otras veces- debemos hacer todo lo posible por humanizar el tráfico. No podemos eludir la responsabilidad moral que de ello se deriva, sobre todo cuando llegan los accidentes por no respetar las normas establecidas. Entre todos podemos lograr que viajemos con más seguridad y amparados por la confianza.     

Sants del dia

07/05/2024Santa Domitil·la, sant Flavi, sant Agustí Roscelli.

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