Gérmenes de un mundo nuevo por doquier

En el corazón de la celebración de Pascua de Resurrección, desde la oración y con la mirada puesta en el vasto campo de la sociedad, quiero descubrir con los ojos de la fe que existe una realidad que emerge con la fuerza de contagiar esperanza, la que nos hace observar semillas de Evangelio esparcidas por doquier. Pero, quizá diréis: ¿es posible con el panorama tétrico que cada día nos ofrecen los informativos sobre un mundo plagado de violencia, de crispación, de injusticia, de opresión, de inseguridad, de mentira, de desigualdades y pobreza? Tenemos que buscar, encontrar y dar respuesta. La fe tiene que movernos a hacerlo. 

Nos anima el mensaje de un hombre creyente y coherente, como es el papa Francisco, al decirnos que «su resurrección [de Cristo] no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto. En un campo arrasado vuelve a aparecer la vida, tozuda e invencible. Habrá muchas cosas negras, pero el bien siempre tiende a volver a brotar y a difundirse. Cada día en el mundo renace la belleza, que resucita transformada a través de las tormentas de la historia. Los valores tienden siempre a reaparecer de nuevas maneras, y de hecho el ser humano ha renacido muchas veces de lo que parecía irreversible. Ésa es la fuerza de la resurrección y cada evangelizador es un instrumento de ese dinamismo» (EG 276).

Si estamos atentos a la vida de cada día, a las personas y a los acontecimientos, y lo hacemos con una actitud limpia de prejuicios y de malas intenciones, veremos cómo la bondad está presente y son muchas y muchos los que la esparcen con su testimonio discreto y sencillo, personas de buen trato que no devuelven mal por mal, que miran con ojos limpios y viven contentos con lo poco que tienen, esparciendo amor, alegría y felicidad. 

Solo con entrar en las casas a visitar a un enfermo o impedido y a la familia que lo rodea, una residencia u hospital con el personal sanitario con su delicadeza de trato; entrar en un colegio y observar la ilusión de los niños y la atención exquisita de los educadores; participar de una comunidad que ora y celebra con alegría la fe; ver la inmensa entrega de tantas personas voluntarias en los lugares de acción caritativa y social que atienden a los más pobres y excluidos; compartir con tanta gente que mira el mundo con ternura y está preocupada por las crisis de todo orden que afectan a la buena convivencia; y una larga lista de ámbitos donde ves que nacen brotes de vida…, podemos hacernos a la idea de que -como también dice el papa Francisco- «la resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir, porque la resurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha resucitado en vano. ¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva!» (EG 278).

Os deseo de todo corazón que vivamos la Pascua de este año y el tiempo que la sigue acogiendo el aliento de Vida que nos viene de Cristo Resucitado y, en consecuencia, que en cada persona y lugar no falte resurrección. Es la misión que tenemos encomendada.   

 

+ Sebastià Taltavull Anglada

Obispo de Mallorca

Sants del dia

07/05/2024Santa Domitil·la, sant Flavi, sant Agustí Roscelli.

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