Pedagogía necesaria para una buena convivencia

Un defecto muy extendido es no querer solucionar de forma inmediata los problemas que afectan la relación entre las personas cuando esta se ha visto alterada. La solución no está nunca en dejarlo pasar o recorrer a actuaciones en que la persona afectada siempre es la última que se da cuenta. Jesús, siempre muy atento a los detalles, lo ve, y con una muy hábil pedagogía nos enseña cómo hacerlo, a seguir el camino adecuado. La frase es contundente: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas» (Mt 18,15). Jesús quiere que actuemos así, con esta discreción, sin esparcir una crítica innecesaria que origina un mal que se extiende de forma injusta. La tendencia, por desgracia, no suele ser esta, ya que abundan los comentarios que pasan de boca en boca dañando. Jesús quiere que nos saquemos de encima este defecto y ello sirve tanto para el mal que uno recibe injustamente, como para el que provoca con mala intención.

¿Cuál es el camino? Es el de rehabilitar al otro y no dejarle peor de cómo uno se lo ha encontrado, hacerlo con delicadeza y respeto, afrontando el mal y reconduciéndolo todo hacia el bien, allá donde será un hecho el arrepentimiento, la reconciliación y el perdón. Y, en el mismo relato, añade Jesús: «si no te hace caso, busca dos o más testigos y, si aún no hace caso, trátalo con la comunidad reunida» (Mt 18,17). No hay duda de que la pedagogía de Jesús pretende recuperar a la persona, rehabilitarla y hacerla apta para una normal convivencia en paz. ¡Qué mal lo hacemos cuando ponemos a relucir en público los defectos o los errores de los demás, cuando antes de corregir a alguien vamos a contárselo a medio mundo! ¡Qué mal lo hacemos cuando queremos mal a alguien y buscamos quien nos ayude a llevarlo a cabo! Es de lo más perverso y contra todo derecho humano tener la intención de hacer mal a alguien, de despreciarle o dejarle en ridículo ante todo el mundo. ¿Qué ganamos con todo esto? Nada, ni un hilo, hacemos que el veneno que llevamos dentro infecte todo lo que encuentra.

Como ya anunciamos la semana pasada, este mes de septiembre, hasta día 4 de octubre, fiesta de san Francisco de Asís, lo dedicamos con toda la Iglesia al Tiempo de la Creación, para hacer de él un tiempo de plegaria, de reflexión y de nuevas actitudes creadoras de harmonía entre las personas y el entorno natural, será bueno que optemos por una verdadera ecología humana. El papa Francisco nos advierte diciendo que «la destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no sólo le encomendó el mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación […]. El auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar atención al mundo natural» (cf. Ls’5).

En este tiempo en el que se nos invita desde la liturgia a la reflexión sobre la relación con las personas y con el medio natural, junto con la recuperación de hábitos humanos de convivencia, nos puede ir bien el referente que es el diácono san Francisco de Asís, «era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior» (Ls’10). ¡Conviene que tomemos buena nota de esta harmonía y actuemos con coherencia!

Sants del dia

07/05/2024Santa Domitil·la, sant Flavi, sant Agustí Roscelli.

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