Predicad el Evangelio con la palabra y la vida

Resulta curioso que, en unos momentos en los que parece que se da la máxima comunicación por la facilidad de las plataformas digitales y las redes sociales, haya tantas personas que padezcan la incomunicación que lleva a la ignorancia o cueste a muchos la transmisión de un mensaje –como es el caso del Evangelio– que tendría que ser un atractivo y un revulsivo para transformar nuestros corazones y la sociedad a la cual ha de dirigirse. A partir de ahí, son muchos los temas que podrían tratarse y que, de hecho, haremos lo posible por tratar. Será importante reflexionarlo desde la oración y el silencio, elementos clave para que haya transparencia comunicativa.

De momento, recojo algunos indicadores expuestos en la fase diocesana de nuestro Sínodo de Mallorca que se refieren a la forma «como escuchamos» y a la pregunta «cómo nos habla Dios». Hay unanimidad en reconocer que Dios nos habla a través de su Palabra, especialmente en Jesucristo y el Evangelio, en la historia y los signos de los tiempos, en los gestos de amor, ternura y solidaridad, en la belleza de la naturaleza y de toda la Creación, en el magisterio de la Iglesia, la celebración y los sacramentos. Toma mucho relieve la importancia de la homilía y el lenguaje utilizado en la liturgia. Seguiremos profundizando, pero ahora atendamos lo que nos dice el papa Francisco en la introducción de la Constitución apostólica Predicate Evangelium de 19 de marzo de 2022:

«Predicad el Evangelio (cf. Mc 16,15; Mt 10,7-8) es la tarea que el Señor Jesús encomendó a sus discípulos. Este mandato constituye “el primer servicio que la Iglesia puede prestar a cada hombre y a la humanidad entera en el mundo actual” (Juan Pablo II, RM 2). A esto fue llamada, a anunciar el Evangelio del Hijo de Dios, Cristo Señor, y con ello suscitar la escucha de la fe en todos los pueblos (cf. Rm 1,1-5; Ga 3,5). La Iglesia cumple su mandato sobre todo cuando da testimonio, de palabra y obra, de la misericordia que ella misma ha recibido gratuitamente. Nuestro Señor y Maestro nos dejó ejemplo de esto cuando lavó los pies a sus discípulos y dijo que seremos bienaventurados si también nosotros hacemos lo mismo (cf. Jn 13, 14-17). De este modo “la comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo” (Francisco, EG 24). Al hacer esto, el pueblo de Dios cumple el mandato del Señor que, al pedirnos que anunciemos el Evangelio, nos insta a cuidar de los hermanos y hermanas más débiles, de los enfermos y de los que sufren.» ¿Qué hay de todo esto entre nosotros? ¡Empecemos por ahí!

Sants del dia

26/04/2024Sant Isidor de Sevilla, sant Clet papa, sant Pascasi Radbert.

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