¡Prudencia, paciencia, justicia y fortaleza: virtudes a practicar!

Hace un mes justo estábamos en la plaza de San Pedro de Roma y escuchábamos con gusto al papa Francisco que nos hablaba de la prudencia y nos invitaba a profundizar en esta virtud -virtud quiere decir fuerza interior que nos capacita para actuar- y que define como «la capacidad de gobernar las acciones para dirigirlas hacia el bien» y, por tanto, «prudente es quien sabe elegir […], quien es prudente no elige al azar: ante todo, sabe lo que quiere; luego, pondera las situaciones, se deja aconsejar y, con amplitud de miras y libertad interior, elige qué camino tomar». Se refiere a la armonía que existe en toda persona humana y la orientación que tiene de dirigirse hacia el bien.

Estábamos en Roma en el inicio del 450 aniversario del traspaso de la santa Catalina Tomàs para presentar al Papa las celebraciones y actividades que llevaremos a cabo en este año. En aquel momento hacíamos nuestras las palabras que nos acababa de dirigir: «desafortunadamente, en todos los ambientes hay quien tiende a liquidar los problemas con bromas superficiales o a suscitar siempre polémicas. La prudencia, en cambio, es la cualidad de quienes están llamados a gobernar: saben que administrar es difícil, que hay muchos puntos de vista y que es preciso tratar de armonizarlos, que no se debe hacer el bien de algunos, sino el de todos».

La otra virtud es la paciencia. Una virtud que va unida a la caridad, y es precisamente en la Pasión donde se manifiesta la paciencia de Cristo, no como resistencia estoica al sufrimiento, sino como el fruto de un amor más grande. El mejor testimonio del amor de Cristo, lo vemos en tantos madres y padres, trabajadores, médicos y enfermeras, cómo cada día, en secreto, están embelleciendo el mundo con santa paciencia. Emocionante era la presencia y el ejemplo de dos padres: un israelita y un árabe. «Ambos han perdido a sus hijas en esta guerra y ambos son amigos. No miran la enemistad de la guerra, sino la amistad de dos hombres que se aman y que han pasado por la misma crucifixión».

La otra virtud que es social por excelencia es la justicia. Es representada alegóricamente con una balanza porque su objetivo es crear igualdad y dar a cada uno lo que es suyo. Dice el papa Francisco que «la justicia es fundamental para la convivencia pacífica en la sociedad […]. Sin justicia no hay paz. De hecho, si no se respeta la justicia, se generan conflictos”. Añadirá que «la persona justa es recta, sencilla y directa […], se presenta tal como es, dice la verdad […], venera las leyes y las respeta, sabiendo que son una barrera que protege a los indefensos de la arrogancia de los poderosos […]. La virtud de la justicia evidencia -y pone la exigencia en el corazón- que no puede haber verdadero bien para mí si no hay también el bien de todos».

La otra virtud es la fortaleza. También es uno de los siete dones del Espíritu. El espíritu de fortaleza es el don del coraje, de la valentía, de la tenacidad, de la constancia que experimentan los sencillos. «Es la más “combativa” de las virtudes» -dice el papa Francisco- y añade que «un cristiano sin valentía, que no doblega sus propias fuerzas al bien, que no molesta a nadie, es un cristiano inútil». Además, «es la virtud que nos asegura el firme y constante deseo de buscar el bien […], sirve para confrontar y vencer los enemigos internos, por ejemplo, la ansiedad, la angustia, el temor, la culpa […] que tantas veces nos paralizan […]. Cultivar esta virtud nos hará ser personas que no se atemorizan ni se desaniman ante las pruebas y que se toman en serio los desafíos del mundo, actuando decididamente contra el mal y contra la indiferencia». La virtud de la fortaleza es la gran cualidad y fuerza de los mártires.

Sants del dia

06/05/2024Sant Pere Nolasc, sant Lluci Cirineu, sant Marià.

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