También María y José, con el niño que esperan, buscan vivienda

El drama de no encontrar vivienda es grave hoy entre nosotros. Lo padecen sobre todo los que no cuentan con recursos suficientes para conseguir una hipoteca o un alquiler mínimamente decente. Ello hace que muchos inmigrantes y refugiados no puedan soportar el peso de una sociedad que termina enviándolos a la exclusión porque no tienen solvencia económica y los precios se han disparado. También María y José buscaban vivienda, no encontraban y el hecho lastimoso es que se les cerraban las puertas. La cuna para el niño que esperaban tuvo que ser el pesebre de un establo, allá donde solo se refugian los animales. Hoy tenemos el reto del trabajo decente y de una vivienda digna para todos.

Meditando este misterio, a través de él y de los textos bíblicos del Adviento, podemos intuir -a pesar de todo- que Dios se nos acerca, que la iniciativa de su encuentro con cada uno de nosotros y como comunidad orante toma cuerpo en Jesús, a quien también queremos acercarnos para «estar con Él», como lo hacían sus seguidores. Su llegada acelera y actualiza este encuentro privilegiado, que puede hacer que se convierta en un hecho lo del «Dios-con–nosotros» y el significado del nombre de Jesús, el que libera a su pueblo del mal y del pecado, y abre para todo el mundo caminos de esperanza.

Estamos a las puertas de la Navidad. La celebración cristiana de este misterio del Amor de Dios por la humanidad hace que llenemos nuestros corazones, iglesias, pueblos y ciudades de aquella alegría que proviene de su irrupción en nuestra historia. Lo hace contando con aquello tan humano como es una familia, la familia de María y José. Es la realidad misteriosa de un hecho tan extraordinario que contemplamos con profundo respeto, fe y agradecimiento, tal como nos lo transmite el evangelio de Mateo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».  

En la persona de Jesús se realiza, por tanto, la promesa hecha desde el inicio, que es el fundamento de nuestra vida cristiana, animando toda su dimensión social y creando unas nuevas condiciones de vida dignas para todos.  Dios ha buscado una familia joven, un hombre y una mujer que se aman, y que creen profundamente en Dios. La actitud de Maria es genial y única, propia de una joven creyente abierta a Dios y dispuesta a realizar lo que Dios le pida. La actitud de José, también única si se entiende desde la fe humilde, desde su actitud orante, la única porque se implica en los planes imprevistos de Dios. Todo ello nos hace pensar en nosotros y en nuestra actitud de fidelidad a los planes de Dios. Nuestra respuesta es la que muestra la calidad de nuestra esperanza, animada por la confianza y el amor.

Sants del dia

27/04/2024Sant Simeó de Jerusalem, sant Pol·lió, Sant Pere Ermengol.

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