Transparentes y buenos administradores

La fe no nos exime de la responsabilidad de vivir cada día nuestro compromiso cristiano, sino más bien todo lo contrario, nos pide que estemos más y más presentes y atentos para que el Evangelio impregne de sentido toda nuestra actividad humana. Velar, estar atentos, despiertos, serán las actitudes que hay que poner en ejercicio. La historia del cristianismo también es testimonio de esta misma actitud creyente a lo largo de los siglos.

 

Ahora, la llamada va dirigida a nosotros, los que tenemos la responsabilidad de responder al momento histórico que nos corresponde vivir y sobre el que hemos de actuar según el Evangelio. Un tiempo de crisis económica, de inflación galopante, de precios en alza, de desigualdades, de dificultad para afrontar las necesidades más básicas para una gran parte de la población que padece todo esto. Un tiempo de incertidumbre y penuria que pide una respuesta de confianza y gestos de solidaridad.

 

Es un hecho, sin embargo, que para los creyentes el presente se encuentra marcado por la realidad futura. Nuestra mirada, dirigida a Dios y a la realización del Reino, queda iluminada para fijarse en la manera de hacer presentes los signos del Reino de Dios que Jesús ya ha inaugurado con su muerte y resurrección. Jesús, con su predicación y su actuación liberadora, nos ha hecho ver que el Reino de Dios ya está entre nosotros. Se trata, pues, de que, por nuestra parte, lo hagamos visible mediante nuestro testimonio personal y colectivo con palabras que den razón de nuestra esperanza a quien nos la pida y con la credibilidad que da el seguimiento. La definición de «fe» que nos da el autor de la carta a los hebreos es evidente uniendo presente y futuro: «es seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve» (11,1).

 

¿Cómo anticipar este futuro? ¿Cómo hacerlo? Jesús nos lo propone de forma muy clara: «Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos talegas que no se echan a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (Lc 12,32-34). Lo que pide es el desprendimiento de todo lo que nos mantiene ligados a los bienes materiales y nos impide ser libres, a la vez que espera de nosotros nuevos gestos de solidaridad con los más necesitados.

Sants del dia

26/04/2024Sant Isidor de Sevilla, sant Clet papa, sant Pascasi Radbert.

Campanyes