4º DOMINGO DE ADVIENTO (C)
“En aquellos días María se puso en camino y se fue aprisa”
En el evangelio de Lucas “aquellos días” suceden inmediatamente a la anunciación del ángel Gabriel a María en Nazaret. Esta joven, acaba de enterarse de que está embarazada, misteriosamente, de Dios. Por ahora dejemos aparte el tema de su cociencia de maternidad divina; para el evangelista y su comunidad, está embarazada, misteriosamente, de Dios. Nunca podremos entenderlo, por ahora sólo necesitamos dejarnos salvar por el Niño que nacerá, que llamarán “Yéshuah”, Salvación.
Según la narrativa de Lucas, Dios no la reclama en la sublimidad de su divino seno exclusivamente, pues se va de visita a casa de su prima Isabel, mayor y embarazada también. Su vida continúa en la normalidad familiar.
La gran lección está en la dirección que emprenden todos los poseídos por el Espíritu de Dios: hacia los demás, comenzando por los necesitados. No se encierran, ni suben a una altura evadida de la calle que pisan los demás mortales.
Todos los que experimentan con profundidad la cercanía de Dios, necesitan comunicar al menos una parte de la misericordia recibida. Conocen por experiencia el amor recibido en sorprendente intensidad y necesitan darle curso hacia otros, hacia todo, como si de un arroyo en bajada se tratase.
Los verdaderos místicos son personas humildes y fieles, servidores con modestia, incombustibles y valientes. Como Santa Teresa de Jesús, llena de Dios y valientemente comprometida con la realidad de su tiempo para transformarla.
Este evangelio detalla que:
“María se puso en camino y se fue aprisa a la montaña”
El encuentro con Dios nos saca siempre de nosotros mismos,
de nuestras seguridades, desmantela bases,
descubre nuevas metas cuyos riesgos se afrontan con fe.
Otra lección importante está en que su prima Isabel vive en el otro extremo del país. Su necesidad es de carácter familiar, algo que ocurre normalmente en cada familia; no se trata de una misión singular o extraordinaria. Dios está en cada realidad, allí nos espera y nos habla. También nosotros vivimos unos días especiales en los que la presencia de Dios se hace más palpable, consoladora y exigente.
Llorenç Tous